EL HACEDOR

por | Nov 15, 2015 | Critica | 0 Comentarios

Antonio Terán y Pando.

Conocer- es decir la función completa del proceso cognitivo: observar analizar de este comprender – la obra de Morillo es una labor del espíritu. Nada es de este mundo en ella. A excepción de los materiales- y yo tengo mis dudas-todo el reto de las cosas que ocurren y concurren en la pintura y escultura de Morillo ,son destellos de un cosmos al que solo él tiene acceso pleno y con generosidad nos acerca , traspasando el umbral desconocido.

La fuerza y la poesía son solo algunos aspectos entrevistos a través de ventanas rugientes, como conversaciones plásticas susurradas en otra habitación.

Yo he visto maderas como gritos, lagartos como vientos, colores como besos .he sido sorprendido por círculos que se reproducen a sí mismo cuyo conocimiento intrínseco solo son propiedad de Morillo y de Cardano.

Ceras que se derriten y trascurren respondiendo a álgebras perdidas en torres de ceniza, tintes deslumbrantes cromáticos y sabiduría como tectónica.

Él, el artista, conjuga la ciencia con la sinceridad. Yo he sido testigo y partícipe de su proceso creativo, una experiencia fascinante que solo algunos neófitos (o mejor prosélitos) hemos tenido la dicha de contemplar y les puedo asegurar que la música de los antiguos templos suena, en plena metamorfosis: arcanos contemporáneos.

Para mí es un honor contribuir con este epílogo a la muestra de Morillo. Ningún idioma es suficientemente amplio como para calificar, describir o explicar la obra de Pedro Antonio, por compleja honrada y multiplicativa.

Cuando lo contemplen cara a cara, sentirán un agradable hálito en la nuca. Es un espíritu, un númen que solo habla con él, pero que se acerca al espectador para sentir al unísono la emoción de la plástica.

Enhorabuena.

Antonio Terán y Pando.